“Llevar En nuestra alma y en nuestro proceder el testimonio de Jesús”. Por
Iván Muvdi.
Lectura de la primera
carta del apóstol san Juan (2,18-21):
Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad. Palabra de Dios.
Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad. Palabra de Dios.
Salmo Responsorial.
R/. Alégrese el cielo,
goce la tierra
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campo y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campo y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.
Comienzo del santo
evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que
yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley
se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el
seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Palabra del Señor.
Queridos
hermanos, hoy el apóstol San Juan, en su primera carta, nos habla de que
estamos ya inmersos en un tiempo definitivo, “el tiempo final”, y del anunciado
Anticristo que ya está entre nosotros. Creo que es muy conveniente en este
último día del año civil 2013 hacer una reflexión sobre este tema.
En
contraposición a todo y todos los que se oponen a Jesús como Señor y Dios, el
mismo San Juan, en el Evangelio, nos presenta el prólogo que se encuentra
cargado de una gran riqueza y profundidad teológica: Jesús es Dios, es
consubstancial al Padre y al Espíritu Santo, es Sempiterno, participa
activamente en la Creación, Él es la luz de la humanidad, pero dentro de este
contexto, aparece también la tragedia de todo aquel que le rechaza, que se
mantiene indiferente frente al gran acontecimiento de la redención y la
liberación.
En primer lugar
trataremos de entender quién o qué es el Anticristo y en segundo lugar qué
debemos hacer para contrarrestarlo. Creo que ya el título que he puesto a esta
reflexión nos orienta hacia lo que quisiera compartirles hoy.
En el
Apocalipsis de Juan, aparecen tres figuras que se oponen a Jesús: el gran “Dragón Rojo”, una “Bestia semejante a una Pantera (o
leopardo)”que surge del mar y un Monstruo que surge de la tierra, que
tiene dos cuernos de cordero pero habla como dragón.
El
Gran Dragón Rojo: es
el comunismo ateo (ateísmo marxista) que ha difundido por todas partes el error
de la negación y del obstinado rechazo de Dios. En la Biblia, los cuernos
representan poder, en este caso, el Dragón tiene 10 cuernos y siete cabezas,
cada una de ellas con una diadema.
Los 10 cuernos, en el contexto de hoy, son los medios de comunicación del
que se vale el ateísmo para llevar o conducir al error a todos los hombres que
le sean posibles.
Las cabezas coronadas representan a los países que han acogido al comunismo
y que pretenden dominar con su poderío económico, político y militar. El dragón
quiere que la humanidad prescinda de Dios.
En ayuda del dragón, sube del mar, una bestia con forma de pantera.
El Monstruo que surge
del mar: (la masonería). Parece
leopardo o pantera. Tiene patas de oso y la boca de león. Tiene 7 cabezas y 10 cuernos. En ayuda del ateísmo surge la “masonería
“cuyo accionar es sigiloso en comparación con el ateísmo. La masonería tiene
por misión conducir al error; más que negar a Dios, se ocupa de que sea
blasfemado, por eso, en sus cabezas, tiene nombres ofensivos contra Dios. La mayor de las
blasfemias es la de negar el culto debido sólo a Dios para darlo a las
criaturas y al mismo Satanás. También se vale de su poder y capacidad de
influencia en las más altas esferas para que se aprueben leyes que legitimen el
aborto, la eutanasia, los matrimonios entre homosexuales, la dosis personal de
sustancias alucinógenas, formación en educación sexual en los colegios que
termina siendo una educación para el libertinaje, pues se le quita toda
connotación religiosa y se reduce a un simple problema de salud pública y de la
vivencia de una supuesta libertad auténtica que ha traído como consecuencia el
incremento en los índices de enfermedades de transmisión sexual, de embarazos
no deseados, de embarazos en niñas y por ende incremento de abortos, etc.
El
Monstruo que surge de la tierra: Tiene dos cuernos de cordero pero
habla como dragón. En el A.T. el sacerdote llevaba un cubrecabeza con dos
cuernos que representan sacrificio y sacerdocio. Los obispos utilizan la mitra
como una de sus insignias y esta simboliza la plenitud del sacerdocio.
Desafortunadamente,
la masonería no sólo está presente fuera de la Iglesia, sino que también hace
presencia en su interior infestándolo todo con el error y la división. Hay
muchos sacerdotes y obispos que niegan la existencia del diablo como ser
personal, niegan la resurrección de Jesús como hecho histórico y corporal;
niegan el don de la infabilidad papal, desprecian el don del celibato,
relativizan el pecado, anulan la confesión, niegan los dogmas marianos, etc. Todo
esto lo esconden tras interpretaciones teológicas, exegéticas, hermenéuticas,
de “última tendencia” que cuestionan desde sus cimientos la fe que hemos
recibido de Cristo y que se ha transmitido por generaciones desde el principio
de la cristiandad. Por esta razón, aunque parece cordero, habla como dragón. El
gran mal de este monstruo es que manda a hacer una imagen del primero y le da
vida para que todos le adoren y a quienes le adoren les marca en la mano o en
la frente.
Este monstruo es
también el falso profeta, pues como ya lo hemos visto, parece cordero (servir a
Cristo, el Cordero de Dios), pero habla como dragón (ateísmo).
Normalmente
cuando escuchamos o leemos imagen, viene a nuestra mente, la figura ya sea en
madera, cemento, arcilla, yeso o cualquier otro material. Aquí en realidad no
se trata de una imagen de este tipo físico; se trata de una imagen falsa del
propio Cristo y de su Iglesia; mostrarlos como no son. Podría ser, por ejemplo,
negando la divinidad de Cristo que se prueba con su resurrección en el cuerpo
como hecho real e histórico, se muestre al mundo como un revolucionario o guerrillero que luchó por
la justicia social. Con relación a la Iglesia, tratar de irle quitando a
nuestra fe todo aquello que resulte ofensivo a los otros credos religiosos
para, tras un supuesto gran bien (ecumenismo), se pueda mostrar una Iglesia más
comprensiva, más “adaptable y coherente con el mundo de hoy” a la que todos pueden pertenecer sin que ello implique
renunciar a algún comportamiento, pensamiento o doctrina contraria a la fe
cristiana.
Ser
marcados en la mano o en la frente: la frente indica
la inteligencia. La mano, la actividad humana. En conclusión, podemos entender lo
de ser marcados en la mano y en la frente de la siguiente manera:
Total
dependencia del anticristo (inteligencia y voluntad) de quien es marcado por
este signo.
Completa
pertenencia al anticristo.
Llevar la marca en la frente es asumir como
verdadero y cierto todo lo transmitido por el ateísmo, a saber: negación de Dios y el rechazo de su
Ley. (Dios no existe, no fuimos creados por Él; los mandamientos son obsoletos,
la Escritura es invención humana, etc.).
Llevar la marca en la mano, obliga
a actuar
de una manera autónoma e independiente de Dios, ordenando la propia actividad a
la búsqueda de bienes solamente materiales y terrenos.
Todo aquel que
se oponga a Cristo y a su mensaje es anticristo, sin embargo, llegará un momento
en el que de manera abierta y directa aparecerá un personaje con mucha
autoridad y poder que pretenderá colocarse en el mismo lugar de Dios para ser
adorado como tal. Mis queridos hermanos, este personaje marcado con el 666 es
el mismo que desde el principio de los tiempos ha querido procurarse la
adoración que sólo le es debida a Dios; ese personaje es Satanás, ese que dicen
que no existe y que ha logrado con esta doctrina su gran victoria.
Esta es la
tercera vez que menciono en estas reflexiones que desde el protoevangelio de
Génesis 3,15 estamos en medio de una guerra espiritual en la que tomamos parte
a través de la forma en que decidimos conducir nuestra vida: o somos de Dios, o
luchamos contra Dios y somos del diablo. Hoy San Juan, en la primera lectura, menciona
a un grupo que Salieron de entre
nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros,
habrían permanecido con nosotros. Vivimos en tiempos de gran oscuridad, en
donde es imperioso conocer y vivir el mensaje auténtico de Jesús para no
dejarnos engañar, ni conducirnos a vivir permanentemente en el error.
Por eso, he
querido titular este mensaje con la frase con la que quisiera exhortarlos hoy a
la fidelidad, a la entrega total, auténtica y definitiva a Dios. Esta es la
hora en que en medio de las tinieblas debe brillar la luz de Dios. Basta con
observar cómo está el mundo hoy para ver la gran necesidad que tiene de Dios.
San Pablo, en su Carta a los Romanos, nos dice: “La creación espera con gran
impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios”.
Este es mi deseo para mí y para todos ustedes en este nuevo año que inicia;
siempre les he escrito al final de mis reflexiones “quedaos con Dios”, pues les
deseo no sólo un feliz año, sino una feliz existencia y para ello es menester
quedarse con Dios y en Dios.
Ojalá que nos
preocupáramos por conocer y vivir nuestra fe. Si no estudiamos las Escrituras,
sino conocemos el Catecismo de la Iglesia Católica, ¿cómo sabremos si lo que
nos están enseñando es correcto?
Hay una gran
niebla oscura que oculta la verdad de Dios, las tinieblas del rechazo a Dios,
de la moral relativizada, del pecado justificado y ya sin necesidad de ser confesado;
la tiniebla de la impureza y de la lujuria, del egoísmo, del odio, de la
división, de la corrupción, de la guerra, de la pérdida de la fe, de la
apostasía y de la herejía.
Ustedes y yo,
mis queridos hermanos, debemos ser la sal de la tierra, la luz del mundo puesta
en alto y no bajo el celemín, debemos ser la esperanza de este mundo, pues somos
nosotros los que debemos hacer presente a Cristo a través de nuestra fidelidad,
a través de nuestra obediencia, a través de la observancia de los mandamientos,
a través de la justicia y humanidad con la que tratemos a los demás, a través
de la caridad con la que entreguemos el corazón diariamente en lo que decimos y
en lo que hacemos. El mundo espera mucho de nosotros, espera que nos manifestemos
como hijos de Dios, pero sobretodo, Dios espera mucho de nosotros, porque nos
cree capaces de todo lo bueno, porque antes de ver nuestras miserias y pecados,
se ve a sí mismo reflejado en nosotros, porque Él mismo, nos ha sentado en su
regazo, ha colocado nuestra mejilla sobre la suya y nos ha alimentado desde lo
más profundo de su corazón. Nos ha colocado allí para comunicarnos el latir de su
corazón, para que nunca olvidemos el lenguaje de su amor y para mantenernos en
comunión con Él. Al enviar a su Hijo Jesús al mundo, lo corruptible se revistió
de incorruptibilidad; Dios Padre nos ha revestido de Cristo, su Hijo muy amado.
No permitamos que el maligno nos quite esta gran herencia. Levantemos nuestro
corazón y llevemos con orgullo y dignidad la imagen de Cristo, la fuerza de su
testimonio de amor hasta la entrega máxima en el sacrificio: “El que dice que
está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo”. (1 Jn 2, 6).
Con todo mi
corazón les deseo un muy feliz y santo año nuevo.
¡QUEDAOS SIEMPRE
CON DIOS!
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