martes, 24 de diciembre de 2013

“En la Palabra había vida y la vida era la luz de los hombres”. Por Iván Muvdi.
Aquí encontrará las lecturas y meditación para la Solemnidad del nacimiento del Hijo de Dios. (25 de diciembre). Si desea leer y meditar sobre las lecturas para el día de hoy, las encontrará debajo de esta reflexión.

A continuación encontrará las lecturas de la Solemnidad del Nacimiento del Hijo de Dios y luego una meditación con relación a las mismas.

Lectura del libro de Isaías (52,7-10):

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios. Palabra de Dios.
 
Salmo Responsorial:


R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.


Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.
R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.
R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad
. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.
R/.

 


Lectura de la carta a los Hebreos (1,1-6):


En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo. De su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y Él será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.» Palabra de Dios.
 
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. Palabra del Señor.
 
 
 


En la primera lectura de hoy, el Profeta Isaías, presenta al pueblo de Israel la gran noticia que le hará levantarse de su tristeza y dolor: “Romped a cantar en coro, ruinas de Jerusalén”… Precisamente lo que hoy celebramos y debe ser motivo de gran alegría, esperanza y consuelo, es el hecho de que ante nuestro pecado y consiguiente estado de miseria, la respuesta de Dios fue enviarnos un Salvador, y no cualquiera, nos envió a su Hijo único, como prenda perfecta y perenne de su infinito amor por cada uno de nosotros. El profeta habla de una Jerusalén en ruinas; como sabemos, esta ciudad, en la mentalidad hebrea era la “Ciudad de Dios”, donde Dios en persona habita en medio de su pueblo, para en tiempos de Isaías, esta ciudad había sido saqueada, reducida a escombros, incluso el Templo y  sus habitantes, muertos a espada y los que sobrevivieron esclavizados y llevados al exilio.

Hermanos, cada uno de nosotros es Jerusalén; los saqueadores son los vicios, el apego desordenado a los bienes materiales, a la comida, a la bebida, al placer hedonista, etc. Nuestros saqueadores son la impureza y todas las situaciones que vienen a robarnos la paz, a minar nuestra fe, nuestra entrega, confianza y amor a Dios. Pero ánimo, miremos en el horizonte de nuestro camino a Aquel que viene a nuestro encuentro a anunciarnos la paz, a traernos desde el cielo la buena noticia de que Dios nos ama con amor de Padre y que está dispuesto a todo para devolvernos lo que nosotros mismos perdimos. Con Él no nos cansaremos de cantar victoria, la victoria que se contemplará hasta los confines de la tierra tal y como lo canta el salmista hoy.

En la Carta a los Hebreos, el autor sagrado nos evidencia el hecho de que Cristo viene a nuestro encuentro como plenitud de la revelación. Todo lo que Dios tenía que decirnos, su mayor declaración de amor la hizo a través de su Palabra encarnada, Él es su sello definitivo en nosotros. Nos dice la Escritura que Él sostiene el universo, no temamos, Él es la raíz que nos sostiene y unidos a Él seremos siempre reverdecidos con la savia de su amor. Lo que caiga de nosotros, será para dar fruto, pues si el grano no muere, no fructifica.

De igual manera, la liturgia nos presenta hoy el prólogo del Evangelio de San Juan. Quisiera resaltar lo siguiente para la meditación de hoy:

 

1. “En la Palabra había vida y la vida era la luz de los hombres”. Recuerdo, analizando esta frase, el episodio de la profecía de los huesos secos (Ez 37, 1-14), que nos propone el Profeta Ezequiel. Él en su visión fue testigo de cómo ante el anuncio de la Palabra de Dios lo que antes era un campo de seres muertos fue recobrando vida hasta llegar a ser un pueblo “puesto en pie”. Si mal no recuerdo una frase que alguna vez leí y que desde entonces ha sido motivo de análisis y meditación, decía más o menos así: “no son muertos lo que descansan en la paz de una tumba fría; son muertos los que tienen muerta el alma y viven todavía”. Era esta, a mi parecer, la situación de la humanidad antes de la venida de Cristo y lamentablemente aún hoy, después de su primera venida, es la situación de muchos que viven por inercia, sin esperanza, infelices sobre el vaivén de las olas de este mundo. El inmenso e infinito amor y poder de Dios hacen posible que, litúrgicamente, se actualice el Misterio de la Encarnación a través del tiempo, para que quienes pertenecemos a esta generación y aún las futuras, si no ocurre antes la parusía, podamos recibir los beneficios de tan inmensa intervención de Dios en favor de los hombres. Él es la Vida verdadera, con Él tendremos la luz que requerimos para iluminar nuestro camino; Él es quien da sentido a nuestra existencia.

2. “La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron”. Esta puede llegar a ser nuestra gran tragedia. No desaprovechemos las oportunidades que aún recibimos por gracia de Dios. Tiempo vendrá en que ya no habrán oportunidades ya que estas terminarán el día en que morimos, o el día en que Cristo regrese en gloria, lo cual puede ocurrir en cualquier momento. Por eso es importante acercarnos a Dios y como la hemorroísa pensar que si tan solo tocamos el borde de su manto, seremos sanados.

3. “Juan vino a dar testimonio de la luz”. Así como María, que tan pronto recibió el anuncio del ángel, se puso en marcha hacia la casa de Isabel; igual nosotros que hemos sido llamados, tocados y amados por Dios, nos pongamos en marcha a comunicar al mundo las maravillas que Dios ha hecho en nosotros, pues es un Dios vivo, un Dios que actúa, que no permanece inmóvil, siempre está en movimiento, en procura de nuestro bienestar y salvación.

4. “Quienes los reciben les da el poder de ser hijos de Dios”. Somos hijos en el Hijo; esta es la mayor gracia y bendición que hemos podido recibir ya que junto con Cristo, somos coherederos de su Reino. No creo que haya algo mejor que sentirse amado por el Señor del Universo; por este Dios que no cesa de darlo todo cada día. El mundo está enfermo por falta de amor, qué importante es sentirnos amados, qué importante es saber que contamos con Él, que está de nuestro lado, que va delante de nosotros haciendo camino conjuntamente con cada uno de nosotros.

5. “De su plenitud hemos recibido gracia tras gracia”. Por Él nos ha sido devuelta la amistad del Padre, por Él hemos sido redimidos, hemos sido justificados, hemos sido adoptados por Dios; Él nos ha preparado una morada en la Casa de su Padre, Él se ha sentado a la derecha de Dios Padre para interceder a nuestro favor, Él soportó el castigo que merecían nuestros pecados, Él cargó y carga nuestra cruz, Él se sometió a las limitaciones de nuestra naturaleza, Él soportó el rechazo, las calumnias e injurias, toda clase de maltrato, insultos y golpes, y finalmente ser clavado en la cruz en medio de malhechores para nuestra salud y remedio. ¿Quién ha hecho algo semejante por nosotros? ¿Quién ha hecho todo esto para procurar nuestro bien?

“Os doy una buena nueva; hoy, en la ciudad de David os ha nacido una Salvador, que es el Mesías, el Señor”. VENID A ADORARLE!

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 

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