martes, 31 de diciembre de 2013


“Llevar En nuestra alma y en nuestro proceder el testimonio de Jesús”. Por Iván Muvdi.
 
 

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (2,18-21):

Hijos míos, es el momento final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad. Palabra de Dios.

 

Salmo Responsorial.

 

R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campo y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.

 

Comienzo del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»

Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.


Palabra del Señor.

 

Queridos hermanos, hoy el apóstol San Juan, en su primera carta, nos habla de que estamos ya inmersos en un tiempo definitivo, “el tiempo final”, y del anunciado Anticristo que ya está entre nosotros. Creo que es muy conveniente en este último día del año civil 2013 hacer una reflexión sobre este tema.

En contraposición a todo y todos los que se oponen a Jesús como Señor y Dios, el mismo San Juan, en el Evangelio, nos presenta el prólogo que se encuentra cargado de una gran riqueza y profundidad teológica: Jesús es Dios, es consubstancial al Padre y al Espíritu Santo, es Sempiterno, participa activamente en la Creación, Él es la luz de la humanidad, pero dentro de este contexto, aparece también la tragedia de todo aquel que le rechaza, que se mantiene indiferente frente al gran acontecimiento de la redención y la liberación.

En primer lugar trataremos de entender quién o qué es el Anticristo y en segundo lugar qué debemos hacer para contrarrestarlo. Creo que ya el título que he puesto a esta reflexión nos orienta hacia lo que quisiera compartirles hoy.

En el Apocalipsis de Juan, aparecen tres figuras que se oponen a Jesús: el gran “Dragón Rojo”, una “Bestia semejante a una Pantera (o leopardo)”que surge del mar y un Monstruo que surge de la tierra, que tiene dos cuernos de cordero pero habla como dragón.

 

El Gran Dragón Rojo: es el comunismo ateo (ateísmo marxista) que ha difundido por todas partes el error de la negación y del obstinado rechazo de Dios. En la Biblia, los cuernos representan poder, en este caso, el Dragón tiene 10 cuernos y siete cabezas, cada una de ellas con una diadema.

Los 10 cuernos, en el contexto de hoy, son los medios de comunicación del que se vale el ateísmo para llevar o conducir al error a todos los hombres que le sean posibles.

Las cabezas coronadas representan a los países que han acogido al comunismo y que pretenden dominar con su poderío económico, político y militar. El dragón quiere que la humanidad prescinda de Dios.

En ayuda del dragón, sube del mar, una bestia con forma de pantera.

El Monstruo que surge del mar: (la masonería). Parece leopardo o pantera. Tiene patas de oso y la boca de león. Tiene 7 cabezas  y 10 cuernos. En ayuda del ateísmo surge la “masonería “cuyo accionar es sigiloso en comparación con el ateísmo. La masonería tiene por misión conducir al error; más que negar a Dios, se ocupa de que sea blasfemado, por eso, en sus cabezas, tiene nombres ofensivos contra Dios. La mayor de las blasfemias es la de negar el culto debido sólo a Dios para darlo a las criaturas y al mismo Satanás. También se vale de su poder y capacidad de influencia en las más altas esferas para que se aprueben leyes que legitimen el aborto, la eutanasia, los matrimonios entre homosexuales, la dosis personal de sustancias alucinógenas, formación en educación sexual en los colegios que termina siendo una educación para el libertinaje, pues se le quita toda connotación religiosa y se reduce a un simple problema de salud pública y de la vivencia de una supuesta libertad auténtica que ha traído como consecuencia el incremento en los índices de enfermedades de transmisión sexual, de embarazos no deseados, de embarazos en niñas y por ende incremento de abortos, etc.

 

El Monstruo que surge de la tierra: Tiene dos cuernos de cordero pero habla como dragón. En el A.T. el sacerdote llevaba un cubrecabeza con dos cuernos que representan sacrificio y sacerdocio. Los obispos utilizan la mitra como una de sus insignias y esta simboliza la plenitud del sacerdocio.

Desafortunadamente, la masonería no sólo está presente fuera de la Iglesia, sino que también hace presencia en su interior infestándolo todo con el error y la división. Hay muchos sacerdotes y obispos que niegan la existencia del diablo como ser personal, niegan la resurrección de Jesús como hecho histórico y corporal; niegan el don de la infabilidad papal, desprecian el don del celibato, relativizan el pecado, anulan la confesión, niegan los dogmas marianos, etc. Todo esto lo esconden tras interpretaciones teológicas, exegéticas, hermenéuticas, de “última tendencia” que cuestionan desde sus cimientos la fe que hemos recibido de Cristo y que se ha transmitido por generaciones desde el principio de la cristiandad. Por esta razón, aunque parece cordero, habla como dragón. El gran mal de este monstruo es que manda a hacer una imagen del primero y le da vida para que todos le adoren y a quienes le adoren les marca en la mano o en la frente.

Este monstruo es también el falso profeta, pues como ya lo hemos visto, parece cordero (servir a Cristo, el Cordero de Dios), pero habla como dragón (ateísmo).

Normalmente cuando escuchamos o leemos imagen, viene a nuestra mente, la figura ya sea en madera, cemento, arcilla, yeso o cualquier otro material. Aquí en realidad no se trata de una imagen de este tipo físico; se trata de una imagen falsa del propio Cristo y de su Iglesia; mostrarlos como no son. Podría ser, por ejemplo, negando la divinidad de Cristo que se prueba con su resurrección en el cuerpo como hecho real e histórico, se muestre al mundo como un revolucionario o guerrillero que luchó por la justicia social. Con relación a la Iglesia, tratar de irle quitando a nuestra fe todo aquello que resulte ofensivo a los otros credos religiosos para, tras un supuesto gran bien (ecumenismo), se pueda mostrar una Iglesia más comprensiva, más “adaptable y coherente con el mundo de hoy”  a la que todos  pueden pertenecer sin que ello implique renunciar a algún comportamiento, pensamiento o doctrina contraria a la fe cristiana.

 

Ser marcados en la mano o en la frente: la frente indica la inteligencia. La mano, la actividad humana. En conclusión, podemos entender lo de ser marcados en la mano y en la frente de la siguiente manera:

 

Total dependencia del anticristo (inteligencia y voluntad) de quien es marcado por este signo.

Completa pertenencia al anticristo.

 

Llevar la marca en la frente es asumir como verdadero y cierto todo lo transmitido por el ateísmo, a saber: negación de Dios y el rechazo de su Ley. (Dios no existe, no fuimos creados por Él; los mandamientos son obsoletos, la Escritura es invención humana, etc.).

Llevar la marca en la mano, obliga a actuar de una manera autónoma e independiente de Dios, ordenando la propia actividad a la búsqueda de bienes solamente materiales y terrenos.

 

Todo aquel que se oponga a Cristo y a su mensaje es anticristo, sin embargo, llegará un momento en el que de manera abierta y directa aparecerá un personaje con mucha autoridad y poder que pretenderá colocarse en el mismo lugar de Dios para ser adorado como tal. Mis queridos hermanos, este personaje marcado con el 666 es el mismo que desde el principio de los tiempos ha querido procurarse la adoración que sólo le es debida a Dios; ese personaje es Satanás, ese que dicen que no existe y que ha logrado con esta doctrina su gran victoria.

Esta es la tercera vez que menciono en estas reflexiones que desde el protoevangelio de Génesis 3,15 estamos en medio de una guerra espiritual en la que tomamos parte a través de la forma en que decidimos conducir nuestra vida: o somos de Dios, o luchamos contra Dios y somos del diablo. Hoy San Juan, en la primera lectura, menciona a un grupo que Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Vivimos en tiempos de gran oscuridad, en donde es imperioso conocer y vivir el mensaje auténtico de Jesús para no dejarnos engañar, ni conducirnos a vivir permanentemente en el error.

Por eso, he querido titular este mensaje con la frase con la que quisiera exhortarlos hoy a la fidelidad, a la entrega total, auténtica y definitiva a Dios. Esta es la hora en que en medio de las tinieblas debe brillar la luz de Dios. Basta con observar cómo está el mundo hoy para ver la gran necesidad que tiene de Dios. San Pablo, en su Carta a los Romanos, nos dice: “La creación espera con gran impaciencia el momento en que se manifieste claramente que somos hijos de Dios”. Este es mi deseo para mí y para todos ustedes en este nuevo año que inicia; siempre les he escrito al final de mis reflexiones “quedaos con Dios”, pues les deseo no sólo un feliz año, sino una feliz existencia y para ello es menester quedarse con Dios y en Dios.

Ojalá que nos preocupáramos por conocer y vivir nuestra fe. Si no estudiamos las Escrituras, sino conocemos el Catecismo de la Iglesia Católica, ¿cómo sabremos si lo que nos están enseñando es correcto?

Hay una gran niebla oscura que oculta la verdad de Dios, las tinieblas del rechazo a Dios, de la moral relativizada, del pecado justificado y ya sin necesidad de ser confesado; la tiniebla de la impureza y de la lujuria, del egoísmo, del odio, de la división, de la corrupción, de la guerra, de la pérdida de la fe, de la apostasía y de la herejía.

Ustedes y yo, mis queridos hermanos, debemos ser la sal de la tierra, la luz del mundo puesta en alto y no bajo el celemín, debemos ser la esperanza de este mundo, pues somos nosotros los que debemos hacer presente a Cristo a través de nuestra fidelidad, a través de nuestra obediencia, a través de la observancia de los mandamientos, a través de la justicia y humanidad con la que tratemos a los demás, a través de la caridad con la que entreguemos el corazón diariamente en lo que decimos y en lo que hacemos. El mundo espera mucho de nosotros, espera que nos manifestemos como hijos de Dios, pero sobretodo, Dios espera mucho de nosotros, porque nos cree capaces de todo lo bueno, porque antes de ver nuestras miserias y pecados, se ve a sí mismo reflejado en nosotros, porque Él mismo, nos ha sentado en su regazo, ha colocado nuestra mejilla sobre la suya y nos ha alimentado desde lo más profundo de su corazón. Nos ha colocado allí para comunicarnos el latir de su corazón, para que nunca olvidemos el lenguaje de su amor y para mantenernos en comunión con Él. Al enviar a su Hijo Jesús al mundo, lo corruptible se revistió de incorruptibilidad; Dios Padre nos ha revestido de Cristo, su Hijo muy amado. No permitamos que el maligno nos quite esta gran herencia. Levantemos nuestro corazón y llevemos con orgullo y dignidad la imagen de Cristo, la fuerza de su testimonio de amor hasta la entrega máxima en el sacrificio: “El que dice que está unido a Dios, debe vivir como vivió Jesucristo”. (1 Jn 2, 6).

Con todo mi corazón les deseo un muy feliz y santo año nuevo.

¡QUEDAOS SIEMPRE CON DIOS!

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

sábado, 28 de diciembre de 2013


“Dios es luz sin tiniebla alguna”. Por Iván Muvdi.


Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–22):

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Palabra de Dios.

Salmo Responsorial:

R/. Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador
.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.
R/.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.
R/.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»
Palabra del Señor.

Meditación:

Hoy celebra la Iglesia el día de “los santos inocentes.”  Esta celebración corresponde al cruel asesinato, por orden del rey Herodes, de muchos niños en razón de que los sabios de oriente no regresaron a informarle dónde había nacido el Mesías que los hebreos habían estado esperando y que por ende amenazaba su reinado y el del Imperio Romano, pues como sabemos, los judíos esperaban a un Rey como David que establecería nuevamente su reinado pero desde el aspecto político.

Esta fiesta dentro de la octava de navidad, nuevamente nos pone en evidencia, tal y como lo hizo la festividad de San Esteban, mártir, de que el camino de Jesús, es un camino duro y por ende así lo será para todo aquel que decida recorrerlo. El mundo, inmerso en la oscuridad, no soporta la luz, ocurre igual que con nuestros ojos; una vez sometidos a un largo tiempo en oscuridad, al contemplar nuevamente la luz reaccionan de manera muy sensible porque ya se habían habituado a la oscuridad. El Apocalipsis nos dice que frente a la Mujer encinta, próxima a dar a luz, se ubicó el dragón para devorar al niño tan pronto naciera. Herodes se sintió amenazado; toda su avaricia, todo su deseo de grandeza y de vanagloria, sus ansias de dominación y de poder se encuentran en peligro. Si el pueblo judío, reconoce a un niño que recién ha nacido como su rey y del cual los sabios de oriente le anunciaron como el Mesías; Herodes está perdido, por eso hay que matarlo.

Tiempo vendrá en que por las mismas razones, los miembros del Sanedrín condenarán a muerte a Jesús. Lo llevan a la cruz para no perder los privilegios que Roma daba a la clase religiosa más selecta.

En la primera lectura, San Juan nos escribe: “Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras”.

Pienso que una de las grandes dificultades de la cultura cristiana de hoy es que decimos una cosa y hacemos otra. Somos creyentes, amamos a Dios, conocemos los mandamientos, pero el mundo no cambia. Soy un cristiano pero soy injusto en el pago y el trato a mis empleados. Soy cristiano pero despojo de mi confianza a Dios y se la doy a una “vidente” que me indique cómo será mi futuro y qué debo hacer para alcanzarlo; soy cristiano practicante pero no me importa lo que le pase a mi vecino. Debemos trabajar mucho la coherencia entre lo que decimos creer y la forma como vivimos nuestra fe. San Pablo, en su primera carta a los Corintios, nos dirá: “Cuando alguien se une al Señor, se hace espiritualmente uno con Él”. (1 Co 6,17). Ahora bien, ¿qué debe hacer quien se ha unido a Dios? El mismo San Juan en su primera carta nos da una respuesta contundente: “El que dice que está unido a Dios, DEBE VIVIR COMO VIVIÓ JESUCRISTO”. (1 Jn 2,6).

El camino del cristiano no es fácil, sobre todo si el mundo va por un lado y a nosotros nos toca ir por uno muy diferente, porque como nos dice la misma Escritura: “aunque podemos hacerlo todo, no todo nos conviene”.   (1 Co 6,12). El no hacer todo lo que este mundo espera que hagamos generará fricciones, persecuciones y demás actitudes adversas, pero al final recogeremos el fruto de nuestro esfuerzo: “Ustedes saben que en una carrera todos corren, pero solamente uno recibe el premio. Pues bien, corran ustedes de tal modo que reciban el premio”. (1 Co 9,24). Sin embargo, mis queridos hermanos, hemos sido iluminados para llevar la luz de Dios a nuestros hermanos. Les dije que en principio, los ojos acostumbrados a un entorno de oscuridad se hacen muy sensibles  a la luz y por ende la rechazan; sin embargo, ello no quiere decir, que ellos no puedan nuevamente habituarse a un entorno de luz. Esa es la conversión y la gracia de Dios siempre está presta a conquistar incluso al corazón más endurecido. Dios nos ama tanto que estoy seguro que todo ser humano en muchos momentos de su vida ha escuchado el toque de Dios en su corazón; son muchas las oportunidades que nos da, pero cada quien decide abrir o permanecer a puerta cerrada.

El Salmo responsorial menciona que: “Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte”… nos habrían tragado vivos nuestros enemigos, nos habrían arrollado las aguas… El Señor estuvo y está de nuestra parte, si no hubiera sido así, ninguno de nosotros tendría la posibilidad de ir al cielo, pues ninguno hubiera podido, por sí solo, salir del lamentable estado al que fuimos sometidos por el pecado. A veces, nos olvidamos de este incalculable beneficio que nos ha otorgado Dios en la Persona de su Hijo y por eso nos cerramos a perdonar a nuestros hermanos y nos creemos con el derecho a pensar que tampoco Dios deba perdonar a X o a Y persona. En nuestro corazón no puede subsistir la idea de que nuestros hermanos no puedan recibir aquello que a nosotros mismos nos ha beneficiado: el perdón, el amor, la oportunidad de levantarnos de nuestras caídas e iniciar de nuevo el recorrido del camino que Dios nos ha trazado en frente de nosotros.

En el Evangelio, tomado de San Mateo, quisiera destacar la siguiente frase profética: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Lamentablemente, mis queridos hermanos, hoy hay muchos nuevos Herodes que ven en el nacimiento de un niño una gran amenaza y que por ende deciden matarlo. Me refiero a la crueldad del aborto. Hoy no se ve, en muchos casos, a los niños como un don maravilloso de Dios; como la participación magnífica que tenemos los seres humanos de participar del mismo don creador de Dios al tener la posibilidad de extender nuestra existencia en un nuevo ser.

Pero me atrevo a decir que, en el orden de la gracia, también podríamos ser abortistas y me refiero a aquellos eventos en los cuales podemos, con nuestro mal ejemplo, dar muerte a la inocencia de los niños cuando les enseñamos a hacer cosas malas o a tolerar cosas malas. ¿Cuántos padres no les festejan a sus hijos cuando dicen malas palabras, o hace señas vulgares? ¿Cuántos no enseñan la malicia y la morbosidad cuando envían a los niños a tocar en su intimidad a otra persona? ¿Cuántos no dan pornografía a sus niños “para que aprendan”? Los casos son innumerables pero ¿qué futuro le espera al mundo si levantamos a nuestros hijos de esta manera?

Por ejemplo, miren la dependencia que tienen a los juegos electrónicos y a la tecnología por la que no solo acceden a la pornografía con facilidad, sino que, la utilizan para las famosas “pruebas de amor” que consiste en enviar fotos de desnudos a “su pareja”; para maltratarse con la modalidad del bullying y sobre todo, para hacerse cada vez más impersonales en el trato de los otros y para alejarse cada vez más de los seres familiares que conviven a su lado. Cada quien en su isla. ¿Qué futuro nos espera?

Que en este tiempo de navidad el Señor nos conceda a todos la gracia de comprender qué es lo más esencial e importante en nuestra relación con Él, en nuestra relación con los demás y en nuestra relación con nosotros mismos.

Que Dios los bendiga mucho!

        QUEDAOS SIEMPRE CON DIOS!

Los inocentes de hoy:
 













viernes, 27 de diciembre de 2013


 
“Sumergidos en el fuego del amor de Dios”. “Fiesta de San Juan Apóstol”. Por: Iván A. Muvdi Meza.

A continuación encontrará las lecturas correspondientes a la liturgia de hoy y debajo de ellas la meditación respectiva:

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,1-4):

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa. Palabra de Dios.
 
 

Salmo Responsorial: (Sal 96,1-2.5-6.11-12):

R/. Alegraos, justos, con el Señor.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
R/.

Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
R/.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos
, con el Señor,
celebrad su santo nombre.
R/.
 
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,2-8):

El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Palabra del Señor.
 
Antes de iniciar con la reflexión de hoy, rápidamente quisiera que juntos recordemos lo siguiente:
·      El nombre Juan significa: “Dios es misericordioso”.
·      Era el apóstol más joven del grupo de los doce.
·      Se le conoce como el Teólogo por la profundidad de sus escritos. Por esta misma razón:
·      Se le representa con un águila porque de los cuatro evangelistas, éste es el que vuela más alto. (La profundidad de sus escritos se debe a que su mensaje es dirigido a comunidades que ya habían escuchado o conocían sobre Jesús. Por eso en su evangelio, no narra absolutamente nada de la infancia de Jesús.
·      Fue el único de los apóstoles que no murió mártir.
·      Fue el único de los apóstoles que permaneció fiel al pie de la cruz de Cristo.
 
·      Es conocido como “el discípulo amado” o como aquel a quien Jesús más quería.
·      Fue que representó a la Iglesia en el momento en que Jesús nos deja a María como nuestra madre.


Quisiera que se hicieran la siguiente imagen en su mente, ya que, lo que hoy les escribiré estará estrechamente relacionado con este hecho: en la última cena, San Juan recostó su cabeza sobre el pecho de Jesús.

En las comidas más solemnes, los comensales se recostaban sobre divanes, apoyados sobre un brazo. Estar “en el pecho de alguien” era estar a su lado, de tal manera que permitía a las dos personas conversar.

 

En la primera lectura, el apóstol San Juan nos presenta como base de su mensaje: la comunión, el testimonio y el anuncio.

“Lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos oído, lo que palparon nuestras manos”… La experiencia es fundamental a la hora de hablar de comunión o unión íntima con Dios; Él habla de la gracia particular de haber sido escogido por Jesús como apóstol y por ende el privilegio de haber vivido junto a Él a lo largo de tres años. Estos hechos le dan la autoridad para hablar de Él y para que entendamos que su testimonio es válido y digno de ser creído. La experiencia de Juan fue física mientras Jesús estuvo con ellos a lo largo de su ministerio público; sin embargo no fue esta la única experiencia pues fue mayor el tiempo en que Juan le sirvió a Jesús cuando éste ya estaba sentado a la derecha del Padre. Lo que intento recalcar es que lo físico no es lo único que permite la comunión. Les he dicho en reflexiones anteriores que el mundo está enfermo, se ha deshumanizado porque le falta Dios. Muchos van a Misa o hacen oración de  manera mecánica, sin entender siquiera qué es lo que celebramos y cómo es que lo hacemos; por eso el mundo sigue enfermo y empeora cada vez más, porque parte de la humanidad le dio la espalda a Dios y de la restante, muchos no viven una experiencia, sino que, viven inmersos en una costumbre y en unos ritos, que al no encontrarles sentido, difícilmente causan transformación interior.

Recuerdo que una de las costumbres de la Madre Teresa de Calcuta, antes de iniciar la jornada de trabajo junto a sus hermanas de comunidad, era celebrar la Misa. Llegado el momento de la comunión, pedía  a las hermanas que recibieran la eucaristía en la mano y les decía que ese mismo Jesús que ahora tenían en la mano, volverían a tenerlo una vez que tuvieran en frente a los enfermos. Con esta convicción, era posible soportar el hedor de los leprosos y la visión de quien se deshacía en materia y pus frente a ellas.

Mis queridos hermanos, es necesario que en la relación que ahora sostenemos con nuestro Señor haya realmente una cercanía tal que podamos sentirlo; nuestro Dios es un Dios vivo, no es algo muerto; es alguien que se ha querido convertir en Enmanuel (Dios CON NOSOTROS) para quedarse con nosotros y que se ha querido convertir en eucaristía para quedarse EN NOSOTROS. Si no es esto lo que sentimos, es necesario trabajar en ello porque, de lo contrario, el tiempo pasará y sería triste que nos sorprendiera la muerte sin haber sentido a Dios con nosotros y en nosotros. Esto es comunión. Esta comunión nos lleva a una experiencia donde esa presencia incontenible se desborda en nosotros y desde nosotros. Necesariamente quien está en comunión con Dios se convierte en misionero pues se vuelve una necesidad el llevar y compartir el gozo que Dios nos ha hecho sentir. María Santísima recibió el anuncio del ángel y de inmediato se fue a las montañas a llevar su gozo a Isabel, su prima. San Pablo, una vez recibió la visita del profeta y cayeron las escamas de sus ojos, salió de su encierro para convertirse en el gran apóstol que hoy todos conocemos. Todos, por el bautismo somos misioneros, así que, mis queridos hermanos, pidamos a Dios la gracia de vivir nuestros compromisos bautismales, de sentirlo a Él amándonos como Padre para que inmersos en esa experiencia filial podamos vivir en plena comunión con Él y por ende dar testimonio de ese amor recibido y que al desbordarse podamos llevarlo a los demás. “He venido a traer fuego a la Tierra y cómo quiero que arda”; Si tú eres una llama de amor, si yo soy una llama de amor, qué gran incendio podríamos hacer, este fuego de amor sería la salvación para este mundo que habita en las tinieblas del error, del pecado , del materialismo, del hedonismo , de la vanidad y de la deshumanización.

 

La comunión es vivir esta experiencia de amor en la que la cercanía es tal que se puede recostar la cabeza sobre el pecho de quien se ama y escuchar de primera mano el latir de su corazón. En la reflexión de muchos santos se nos dice que Cristo no ha permitido que cicatrice la llaga de su costado para que detrás de ella todos podamos ver que hay un corazón que late de amor por nosotros; aún desde lo profundo de su ser, Jesús nos dice al oído: “Tengo sed”, tiene sed de ti y de mí. ¿Lo dejaremos así? ¿No correremos a darle nuestro corazón para darle de beber nuestro amor? DIOS TIENE SED DE QUE EL HOMBRE SIENTA SED DE ÉL.

Ahora bien, todos tenemos en nuestro corazón una sed de Dios innata, lo que pasa es que muchos no son conscientes de ello. Hay algo que no podemos satisfacer plenamente y estamos en búsqueda de esa satisfacción, pero al no ser conscientes de que es Dios la fuente, que al beber de Él, se convertirá en manantial de vida en nuestro interior capaz de saltar hasta la vida eterna, buscamos llenar ese vacío con cosas, vicios o placeres desenfrenados.

Vivir en comunión con Dios es vivir un encuentro entre dos sedientos; el encuentro entre la sed de Dios y la sed del hombre.

Hermanos, ya el contexto de la cena indica comunión; pero Juan no se contentó con ella, buscó recostar su cabeza sobre el pecho de Jesús, colocar su oído directamente en su corazón para escuchar de viva voz el lenguaje de amor de un corazón que lo ha dado todo por nosotros.

He tratado de hablar de comunión con Dios; pero esa comunión no es solo vertical, debe extenderse hacia la Iglesia, es decir, hacia la comunidad de hermanos (mi prójimo), pero también hacia la jerarquía eclesial (los apóstoles), especialmente el P.A.P.A. Quiero que lo noten en el hecho de que Juan, a pesar de haber llegado primero que Pedro al sepulcro, lo esperó y no entró hasta que éste último llegara, entrara y creyera. Juan entró después que Pedro; vio y creyó; pero para ello fue importante que antes viera y creyera Pedro, pues la Iglesia, fue fundada por Jesús sobre la confesión de fe de Pedro.
Por último, no olvidemos que Juan recibió a la Santísima Virgen María como madre y la llevó a su casa. Si hay alguien que puede servirnos de ejemplo de amor y entrega a Dios, de comunión como experiencia viva, es ella. Recibámosla como Madre y démosle cobijo en nuestro hogar interior, nuestra casa, nuestro corazón.

Oh, mi Señor y mi Dios; concédeme a mí y a mis hermanos la gracia de que nuestra oración, nuestra escucha o lectura meditativa de tu Palabra, la celebración de tus misterios sea un continuo recostar nuestra cabeza sobre tu pecho para colocar nuestro corazón en sintonía contigo. Oh, Señor; el mundo se enferma cada vez más porque cada vez son menos los que te comunican al resto, no como una idea, no como un conjunto de ritos y rezos vacíos; sino como una experiencia de vida y de amor. Permítenos, Buen Señor, sentirnos enamorados de Ti, alimentar ese amor con los ecos del latir de tu corazón; que seamos capaces de sentirnos hijos, amados por Ti como nuestro Padre; permítenos redescubrir tu amor extremo en tu Iglesia, en el P.a.p.a. y los ministros ordenados, pero de manera especial, en la eucaristía. Que tu presencia real no quede solitaria entre las telarañas de un templo frío y oscuro. Que cada uno de nosotros sea un sagrario vivo, una custodia viva que lleve dentro de sí, con profundo celo y ardor, tu presencia a los demás.

Que nuestro corazón sea una gran hoguera de amor cuyo fuego encendido por tu pasión y entrega arda inextinguible hasta la consumación de los tiempos.

Que una vez encendido por tu amor, arda como el cirio cuyo fuego se extingue sólo cuando él se ha consumido completamente. Amén.

 
 
 
 

 
 

 

 








jueves, 26 de diciembre de 2013


“Llenos de Gracia y de Poder”. Por Iván Muvdi.


A continuación encontrará las lecturas correspondientes a la liturgia de Hoy. Acto seguido, hallará la meditación con base en las mismas.
 
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-10;7,54-60):


En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas palabras, expiró. Palabra de Dios.
 
Salmo Responsorial: (Sal 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17):

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirigeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.
 
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,17-22):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.» Palabra del Señor.
 
 
En la primera lectura de hoy, tomada del Libro de Los Hechos de los Apóstoles, San Lucas, nos narra la historia del martirio de Esteban, uno de los primeros diáconos que existieron en la Iglesia y el primer mártir cristiano. Es muy diciente el hecho de que de manera abrupta, acabando de celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, hoy la Escritura nos sumerge en el martirio. La Iglesia, a través de su liturgia, nos ubica en el hecho central del misterio de navidad, el cual, no podemos separarlo del todo que representa el ministerio de Jesús. “Encarnación, pasión, muerte y resurrección”, Jesús tomó nuestra naturaleza humana precisamente para poder ser clavado en una cruz. No existiría la pascua que hoy celebramos si primero no se hubiera dado la navidad. Este es el marco general del misterio cristiano, por eso los ángeles le dirán a los pastores: “les ha nacido un salvador” antes de decirles que era el Mesías, el Señor. Ahora bien, en Esteban que eleva sus ojos al cielo en pleno martirio, que ve a Cristo sentado a la diestra del Padre y que muere encomendando su alma a Dios y pidiéndole que tenga en cuenta el pecado de quienes atentaban contra su vida, vemos ya realizado el propósito de quien se encarnó, nos dice la narración, antes de mencionar el final de Esteban, que éste lleno de gracia y de poder realizaba grandes signos y prodigios en medio del pueblo.
Mis queridos hermanos, como ustedes bien lo saben fuimos creados por Dios y para Dios y en su infinita bondad, amor, misericordia y propósito, nos creó en un estado de justicia original. De los mismos dones que Él nos dio tomamos para hacer guerra contra Él, es decir, abusando de nuestra libertad e inteligencia, la creatura decidió desobedecer, creer que en su elección distante a la voluntad de Dios, encontraría la felicidad y terminamos sometidos a desgracia. Esa naturaleza, ahora mortal, inclinada al pecado, capaz de todo lo malo, frágil y voluble; fue revestida por lo más santo, llevada a una dignidad inigualable en Cristo, Jesús, nuestro Señor, para hacernos capaces también de todo lo bueno, de lo más sublime.
La gracia, es la presencia de Dios en nosotros, en Cristo la humanidad se ha revestido de Dios: “Por la fe en Cristo Jesús todos ustedes son hijos de Dios, ya que al unirse a Cristo en el bautismo, han quedado revestidos de Cristo”. (Gal 3, 26-27).
Ahora bien, mis muy amados en el Señor, cuando hablamos de poder, normalmente pensamos en hacer milagros físicos como hacer que un paralítico se levante o que un ciego vea de nuevo; sin embargo, al pensar así, auto limitamos los grandes alcances del amor de Dios que nos ha dado poder para hacer cosas aún más grandes. Antes de concluirles mi idea, quiero recordarles el pasaje del paralítico que introducen hasta la presencia de Jesús a través del techo por causa de la gran multitud. Jesús le dijo: “tus pecados te son perdonados” y empezaron a hablar mal de Él y a criticarlo. Jesús preguntó a sus oyentes ¿qué era más fácil? ¿Sanar al paralítico o hacer que se levantara en medio de ellos? Pues ante nuestro saber limitado y por nuestra inclinación a dar más valor a lo físico, la respuesta era obvia: “era más fácil decir al paralítico que estaba perdonado, al fin y al cabo, nadie podría constatarlo”. Jesús hizo que el paralítico se levantara como queriendo indicar: si puedo hacer lo más difícil, puedo hacer lo más fácil. Con ello demostró su autoridad  y poder para perdonar los pecados. Sin embargo, mis queridos hermanos, a estas alturas de mi vida, ya no estoy tan seguro de que lo más fácil era perdonar los pecados y lo más difícil era hacer que el paralítico se levantara. Creo que lo más difícil era perdonar los pecados; ello costó la encarnación, vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Así que, a mi modo de ver hoy las cosas, era difícil (imposible) hacer que ese paralítico de nacimiento se levantara de su camilla, pero era aún más difícil y definitivamente imposible para nosotros recibir el perdón de nuestros pecados. Imaginen ¿cuán difícil e imposible era que nuestros pecados fueran perdonados cuando el único capaz de satisfacer por ellos era Dios mismo? ¿Si el precio de nuestro perdón fueron sus incomodidades sufridas, sus lágrimas, su dolor, su agonía y hasta su última gota de sangre? Por eso, mis queridos hermanos, este Dios que nos brinda un amor infinito hasta el punto del escándalo, nos regala hasta lo imposible: “por tu fe has sino salvado”; no se contentaba con simplemente sanarnos.
Hermanos, Cristo nos ha revestido de poder, por medio del amor que Dios nuestro Padre y Jesucristo, el Señor, han derramado sobre nosotros; su Espíritu, hemos recibido la facultad de hacer verdaderos prodigios como por ejemplo, hacer que un cuadripléjico espiritual tome fuerzas en los tobillos y rodillas de su voluntad para hacer una opción radical por Cristo; ese es un verdadero milagro, mucho mayor que hacer que un paralítico se levante de su postración pero continúe viviendo su vida en el error o peor aún, recobrar la salud, para perderse en los caminos que antes, por su incapacidad física, no podía recorrer. Tú y yo mi querido (a) hermano (a), llenos del amor de Dios podemos contribuir con nuestras palabras y ejemplos para que muchos ciegos vean realmente las cosas como son, desde la óptica de la fe, dándoles la oportunidad de sacar real provecho a su existencia. Cuántos tullidos, cuántos sedientos, cuántos hambrientos, cuántos sordos y ciegos Y ¡NI SIQUIERA LO SABEN! Oh, mis muy amados hermanos, si pudieran verlo: “Ustedes pueden resucitar muertos”: “Nosotros somos como el olor del incienso que Cristo ofrece a Dios y que se esparce tanto entre los que se salvan como entre los que se pierden. Para los que se pierden, este incienso resulta un aroma mortal, pero para los que se salvan, es una fragancia que les da vida”.   (2Co 2, 15-16).
 
“Dios nos escogió en Cristo desde antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos y sin defecto en su presencia. Por su amor nos había destinado a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, hacia el cual nos ordenó según la determinación bondadosa de su voluntad”. (Ef 1, 4-6).
 
Dios está dispuesto a darlo todo de sí; la pregunta es: ¿qué tanto estamos dispuestos a recibir nosotros? ¿Qué tanto estamos dispuestos a desprendernos de las cosas que en apariencia nos llenan y restan espacio a Dios? No olvidemos que Jesús nació en un pesebre porque no hubo lugar para Él, ni para sus padres.
 
El salmista nos invita a vivir en las manos de Dios, a encomendarnos a Él, a buscar refugio en Él. El Evangelio de Mateo nos muestras las advertencias de nuestro Señor. No todas las personas recibirán con agrado nuestro anuncio y testimonio, algunos nos odiarán por ello y harán cuanto esté en sus manos para dañarnos e impedirnos hacer presente en nuestro entorno el Reino de Dios.
Que el Señor nos bendiga a todos y nos conceda la gracia de tomar conciencia de que Él nos ha revestido de sí mismo para que teniendo esta certeza busquemos a toda costa evitar todo aquello que nos postra espiritualmente.
¡QUEDAOS SIEMPRE CON DIOS! AL FINAL DE TODO SÓLO QUEDA ÉL.