viernes, 7 de marzo de 2014

Primer viernes de Cuaresma: “El Ayuno” (3er día de Cuaresma).



Lectura del libro de Isaías (58,1-9a):


Así dice el Señor Dios: «Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios. "¿Para qué ayunar, si no haces caso?; ¿mortificarnos, si tú no te fijas?" Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. No ayunéis como ahora, haciendo oír en el cielo vuestras voces. ¿Es ése el ayuno que el Señor desea para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne. Entonces romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy."» PALABRA DE DIOS.

 

Salmo Responsorial:

 

R/. Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15):


En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.» PALABRA DEL SEÑOR.

 
Tres ideas de reflexión para la Palabra de Dios hoy:

1.   Cuando es realmente el fuego del amor de Dios lo que arde en nuestro interior, pasamos con facilidad de lo puramente externo y aparente a una manifestación plena de la gracia y de la misericordia de Dios en nosotros. Nuestra fe, esperanza y caridad deben ser las bases de nuestro proceder para que éste sea auténtico.

2.   Tener siempre presente, delante de nosotros, nuestros pecados, favorece la humildad necesaria para que Dios pueda actuar en nosotros. Siempre estamos en su presencia y siempre estamos necesitados de Él. El despojarnos de nuestros títulos y logros mundanos nos llevará necesariamente a doblar nuestras rodillas por causa del peso de nuestros pecados.

3.   El ayuno nos ayuda a ser señores de nuestro cuerpo para poder ofrecernos completamente a Dios, nuestro único Señor y Dios. El ayuno se traduce en despojarnos de nosotros mismos, de nuestras cosas, para favorecer a los desvalidos a semejanza de Cristo que no hizo alarde de su categoría de Dios y se anonadó hasta asumir la condición de esclavo. Este es el mensaje del Papa para esta Cuaresma: “Cristo se empobreció para enriquecer a muchos”. A esto se nos llama, ante tanta miseria moral, material y espiritual. QUEDAOS CON DIOS.

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