martes, 11 de marzo de 2014


La pascua de Cristo es nuestra señal. Por Iván Muvdi. (8º día de Cuaresma). TRES IDEAS PARA REFLEXIONAR SOBRE LA PALABRA DE DIOS PARA EL 12 DE MARZO DE 2014:

 


 

Lectura de la profecía de Jonás (3,1-10):


Vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.»
Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!»

Creyeron en Dios los ninivitas; proclamaron el ayuno y se vistieron de saco, grandes y pequeños.

Llegó el mensaje al rey de Nínive; se levantó del trono, dejó el manto, se cubrió de saco, se sentó en el polvo y mandó al heraldo a proclamar en su nombre a Nínive: «Hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; vístanse de saco hombres y animales; invoquen fervientemente a Dios, que se convierta cada cual de su mala vida y de la violencia de sus manos; quizá se arrepienta, se compadezca Dios, quizá cese el incendio de su ira, y no pereceremos.»
Y vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó. Palabra de Dios.

 

Salmo Responsorial:

 

R/. Un corazón quebrantado y humillado,
tú, Dios mío, no lo desprecias.


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
R/.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
R/.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.
R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.» Palabra del Señor.

 1. Necesariamente el pecado nos traerá ruina y destrucción. Aunque al igual que en el paraíso éste se nos presente apetitoso, agradable a la vista, ya Dios había anunciado que “el día en que coman de ese árbol, morirán”; por lo tanto el final jamás será distinto. Hoy, la primera lectura nos presenta la conversión de los ninivitas ante el anuncio de su inminente destrucción debido a sus pecados. Desde el rey hasta los animales hicieron ayuno y todo el pueblo se vistió de sayal y cenizas; así conquistaron el corazón de Dios y éste impidió que la maldad del pueblo les trajera consecuencias nefastas. Aprovechemos este tiempo cuaresmal para que, tras un examen de conciencia serio, podamos descubrir cuál es nuestro pecado dominante,  cuáles son las raíces de nuestros pecados para combatirlas y encaminarnos en proceso serio que deje atrás al hombre viejo, viciado y ser revestidos del hombre nuevo, Jesucristo.

2. El salmista vuelve a recordarnos que la mejor ofrenda que podemos ofrecer a Dios, con la que más le agradaríamos es nuestro arrepentimiento y conversión. Un corazón arrepentido, un corazón que se reconoce necesitado de la gracia de Dios jamás será despreciado.

3. La victoria de Jesús sobre el mal, sobre la muerte, a través de su pascua, es el signo por medio del cual se nos presenta como la única alternativa digna de ser creída y en cuya confianza no seremos defraudados. Todo lo demás es efímero, pasajero y muchas veces artificial. Sólo Jesús, camino, verdad y vida nos conduce al Padre, sólo por medio de Él podremos gozar de la morada que se nos ha preparado en las alturas. ¿Cuánto tiempo hemos vivido para Dios? ¿Esperaremos a ser viejos para entregar nuestro corazón a Dios? ¿Cómo podemos estar seguros de que llegaremos a viejos? No olvidemos el ejemplo del agua turbia en el vaso. Después de un tiempo, lo sucio se almacena en el fondo. No sea esto lo que dejemos para Dios mientras lo mejor de nuestra juventud se lo damos al mundo.

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