miércoles, 20 de noviembre de 2013


“LA FIDELIDAD A DIOS”   (Por Iván Muvdi).



Hace algún tiempo me encontré con una definición de fidelidad que nunca más olvidé: “La fidelidad es no traicionar en la oscuridad lo que se dice a plena luz del día”. Yo no creo que exista un cristiano que no pretenda serle fiel a Dios, a su mensaje, a sus mandatos, a la Alianza que ha hecho con nosotros; sin embargo, pese a la buena voluntad, ¿qué difícil es?; qué difícil es creerle con convicción y sin dudas cuando se atraviesa por momentos difíciles, ¿qué difícil es? cuando ni siquiera se entiende el por qué Dios permite ciertas situaciones. Sin embargo, nuestros pies tambalean en este propósito cuando perdemos la confianza en Él y sobre todo cuando olvidamos su amor ilimitado por nosotros.



La Palabra de Dios hoy nos trae el texto de 2 M 7, 20-31 en el que una madre y sus 7 hijos son torturados y martirizados por negarse a comer alimentos impuros. El Rey Antíoco les puso a escoger entre hacer su voluntad y vivir, o ser fieles a sus tradiciones religiosas y a Dios y morir desmembrados y quemados en el fuego.

Hay varias cosas resaltables en esta historia, en primer lugar, la madre que pese a su instinto conservador y protector de sus hijos los animaba a no desfallecer y a mantener su fidelidad a Dios pese a lo tormentoso de aquella situación. ¿Cuánta falta hace en estos tiempos contar con madres y padres de familia que transmitan con su ejemplo y palabras el impulso y el deseo de tantos jóvenes que se pierden de llevar la fidelidad a Dios hasta el heroísmo de no darle importancia a la presión social, a la burla, a los cuestionamientos e incluso a la muerte por Cristo. Hoy se necesitan más que nunca los mártires de testimonio, aquellos que heroicamente están dispuestos a resistir los ataques y las burlas, dispuestos a no ceder frente a la presión social, los estereotipos y la moda que nos impone la sociedad, darle la espalda a las seducciones licenciosas de este mundo con la convicción de que es pasajero y Dios es eterno.

En la actitud de Antíoco podemos descubrir cómo se comporta el mundo y la sociedad de hoy: con tal de que el último hijo de la madre que he resaltado en este escrito, que ya había visto morir a sus seis hermanos y que por ende los nervios y el miedo ante aquel horror debieron ser más fuertes, el rey le ofreció riquezas, le ofreció felicidad, altos cargos y su amistad. Así es este mundo te ofrece bajo la apariencia de la libertad la felicidad en la promiscuidad sexual, en la droga, en el abuso del alcohol, en el desafío a la autoridad y al orden establecido, riquezas sin esfuerzo, comodidad y evasión de la responsabilidad envueltas en situaciones como el aborto, la eutanasia. Hoy ya nada es pecado, las tradiciones religiosas que hemos recibido no tienen valor, se cuestionan, se presentan como inventos puramente humanos para desacreditarlas y hacer más fácil el hecho de negar a Dios o de simplemente vivir de espaldas a Él.

Pero qué importante es también el ejemplo que dieron a esta última víctima sus hermanos mayores. Cuán importante es que los que hoy tienen la responsabilidad de ser hermanos mayores procuren el buen ejemplo a quienes desde muy cerca les miran atentos para imitarlos.

El Salmo que expresa la oración del creyente frente a la verdad que se proclama en la primera lectura nos muestra al Rey David que desde lo profundo de su corazón ora a Dios con la certeza de que Dios le escucha y le responde. Dios permanece fiel a pesar de nuestra infidelidad. Pero a pesar de nuestra condición de fragilidad debemos dar el gran paso de empeñar todo nuestro esfuerzo por vivir entregados a Él desde una auténtica fidelidad; es decir, con coherencia entre fe y vida, dándole a Él el primer lugar en nuestra vida y en nuestra historia personal; permitiendo que el Credo más hermoso florezca desde nuestros labios cuando estemos en el momento de la prueba. El Evangelio que acompaña a esta primera lectura trata sobre la Parábola de los Talentos, refuerza el hecho mismo de la fidelidad de Dios, pero también a Dios. Dios premia el esfuerzo con su bendición, Pero espera que los talentos que hemos recibido y que Él nos ha dado para la edificación de su Iglesia los pongamos al servicio de los demás para que puedan cumplir con su propósito y no esconderlos hasta el punto de hacerlos improductivos y terminar perdiéndolos.



OH, Señor! Tú que conoces mi corazón, que sabes lo que anhelo serte fiel, vivir de Ti y para Ti; perdona mi inconstancia, mi vacilación, mi tibieza, mis dudas cuando estoy en medio de la prueba. Fortalece mi voluntad para que Tú seas siempre mi elección, anima mi esperanza y concédeme una confianza tal en tu amor por mí, que pueda dejarme llevar por Ti aún caminando sobre el mar. Que mi mirada se mantenga en ti y no en la violencia de las olas y del viento, que mi fe me mantenga siempre en la convicción de que cuando Tú lo quieras darás la orden para que la tempestad se calme. Concédeme la gracia de vivir mi existencia como un candil, ardiendo de amor por Ti hasta ser completamente consumido y así tener la alegría de darte todo de mí en la medida de mi capacidad supliendo tu amor y misericordia omnipotente mis falencias personales.

Tuyo soy Señor, y tuyo quiero ser!

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