¿Qué nos mueve al actuar? ¿Nuestro interés
personal o la intención de servir? Por Iván Muvdi.
Lectura del primer libro de los Reyes.
En aquellos días, Jeroboán pensó para sus adentros: «Todavía puede volver el
reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer
sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor,
Roboán, rey de Judá; me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá.»
Después de aconsejarse, el rey hizo dos becerros de oro y
dijo a la gente: «¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu Dios, Israel,
el que te sacó de Egipto!»
Luego colocó un becerro en Betel y el otro en Dan. Esto
incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También
edificó ermitas en los altozanos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que
no pertenecía a la tribu de Leví. Instituyó también una fiesta el día quince
del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar que
había levantado en Betel, a ofrecer sacrificios al becerro que había hecho. En
Betel estableció a los sacerdotes de las ermitas que había construido. Jeroboán
no se convirtió de su mala conducta y volvió a nombrar sacerdotes de los
altozanos a gente de la plebe; al que lo deseaba lo consagraba sacerdote de los
altozanos. Este proceder llevó al pecado a la dinastía de Jeroboán y motivó su
destrucción y exterminio de la tierra. Palabra de Dios.
Salmo Responsorial:
por amor a tu pueblo.
Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas. R/.
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R/.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el pais de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R/.
Lectura del Evangelio según san Marcos (8,1-10):
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.»
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos.»
Le replicaron sus discípulos: « ¿Y
de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos?»
Él les preguntó: « ¿Cuántos panes tenéis?»
Él les preguntó: « ¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron: «Siete.»
Mandó que la gente se sentara en
el suelo, tomó los siete panes, pronunció la acción de gracias, los partió y
los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la
gente. Tenían también unos cuantos peces; Jesús los bendijo, y mandó que los
sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que
sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió,
luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
En las lecturas correspondientes al día de hoy, se nos presenta un
contraste entre la actitud de Jeroboam, un sirviente del Rey Salomón que se
convirtió en rey una vez que, por causa del pecado de idolatría de aquel, el
reino se dividió; y la de Jesús que obra el milagro de la multiplicación de los
panes y de los peces.
Por una parte, Jeroboam, que de siervo ha pasado a señor; tiene miedo de
perder lo que ha alcanzado ya que, a pesar de ser el rey de 10 de las 12 tribus
de Israel, no poseía en su territorio el templo construido por Salomón y temía
que, por esta razón, sus súbditos se fueran al Reino de Judá para adorar a Dios
allá. Su solución fue construir dos becerros de oro, colocarlos en dos ciudades
distintas y nombrar a cualquiera como sacerdote. Esto no fue más que las
medidas desesperadas de quien se aferra al poder temporal sin importarle las
disposiciones divinas. En el afán de dominar, Jeroboán lleva al pueblo al
error, al pecado, suplantando a Dios por dos imágenes hechas por él mismo: “este
es tu Dios que te sacó de Egipto”, supuestamente bajo una noble apariencia: “los
becerros simbolizaban la fuerza de Yahvéh”. Pero las personas adoraron a los
becerros igual que ya lo habían hecho sus antepasados en el desierto.
En el otro extremo, tenemos a Cristo, Señor de señores, Creador y Amo del
universo; ve a la multitud y lo que piensa no tiene nada que ver con que le crean
y lo tengan a Él por centro, a pesar de que no merece menos que eso. Los
milagros no son un medio para aumentar la popularidad de Jesús y ganar adeptos.
Es la confirmación de que Dios cumple lo que promete y de que ciertamente
habita entre nosotros. Jesús no piensa en sí, ni en sus intereses, piensa en el
bienestar de quienes le han seguido, piensa en que no desfallezcan por los
caminos por causa del hambre. Qué gran ejemplo y qué actual sobre todo en esta
época electoral. Es común por estos días que quienes aspiran a cargos públicos
de elección popular prometan y prometan cosas a sus electores bajo la
apariencia de la búsqueda del bien común, del trabajo por la comunidad, del
interés de llevar desarrollo social; sin embargo, aunque no se puede generalizar,
todos sabemos cuál es la constante. Tenemos a un alcalde, por ejemplo, aferrado
al poder que en este afán a recurrido hasta la interposición de una avalancha
de tutelas motivando a las masas para ello, pero antes, vendiéndoles la idea de
que él trabaja por los pobres y que son los ricos los que pretenden sacarlo del
poder. Enfrentando a la sociedad aspira lograr su propósito. Sin embargo, no se
promueve una avalancha de tutelas para defender los derechos del enfermo frente
al pésimo estado del sistema de salud; los derechos del anciano que prácticamente tiene que rogar para
que le devuelvan los aportes que le pertenecen por concepto de pensión (además
de que se los demoran, le quitan un 20% a pesar de que trabajaron con su dinero
por más de 20 años), los derechos de la juventud para poder tener acceso fácil
a la educación, etc. Los “reyes” de hoy se presentan ante los más vulnerables
como “salvadores” dispuestos a buscar las soluciones que demanda la
problemática social, pero una vez investidos de las facultades para hacerlo, se
olvidan de todo y de todos; incluso para lograr este propósito compran las
conciencias por medio de míseras limosnas, por mercaditos, por cemento,
ladrillos o tejas.
Pidamos al Señor que nos conceda dirigentes y pastores según su corazón,
que nos ayude a todos a mirar más allá de los intereses personales, a
reconocerlo sólo a Él como nuestro único Dios y Salvador y a compartir, de lo
mucho o poco que tengamos con aquellos que no tienen nada.
Quedaos con Dios!
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