miércoles, 19 de febrero de 2014


“La sanación del ciego de Betsaida”.


Lectura del santo Evangelio según San Marcos (8,22-26):

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos llegaron a Betsaida. Le trajeron un ciego pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: «¿Ves algo?» Empezó a distinguir y dijo: «Veo hombres, me parecen árboles, pero andan.»

Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró; estaba curado, y veía todo con claridad.

Jesús lo mandó a casa diciéndole: «No se lo digas a nadie en el pueblo.» Palabra del Señor.

 -Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Le llevaron un ciego. Tomando al ciego de la mano, lo sacó fuera de la aldea...

Siempre hemos de notar que Dios, cuando nos acercamos a Él con un corazón sincero, responde con un don mayor. Le pidieron que tocara al ciego y no se conformó con ello, lo tomó de la mano, lo condujo por el camino y le sanó.

¡Qué esperanza debió suscitar en el corazón del ciego! mientras iban los dos, de la mano.

Si Jesús le lleva "fuera de la aldea", es para esconder en lo posible su milagro. Es también un detalle histórico, pero del cual conocemos bien la significación teológica: el "secreto mesiánico"... Cristo no será realmente comprensible sino después de la cruz, y la resurrección.

-Y poniéndole saliva sobre los ojos le impuso las manos.

Son los mismos gestos que, en tiempo de san Pedro se hacían sobre los catecúmenos, para conducirlos de la incredulidad a la iluminación de la fe. Teológicamente hay que relacionar este milagro con el de la curación del "sordomudo".

Marcos piensa evidentemente en el "bautismo": los gestos de los dos milagros son gestos "litúrgicos"... y por esos gestos de Cristo, todo el ser del hombre queda sano. Los tres "sentidos" importantes para la comunicación del hombre con el mundo y con sus hermanos son rehabilitados y renovados: el sentido del oído, el sentido de la palabra, el sentido de la vista ¡He aquí lo que la fe hace en nosotros hoy! El bautismo nos abre a un universo nuevo, solamente transformado desde el interior: oír a Dios que nos habla a través de los acontecimientos y a través de la palabra de nuestros hermanos, ver a Dios que obra en el núcleo de nuestras vidas y de la vida del mundo, y llegar a ser capaz de poder hablar de todo ello.

-El hombre empezaba a ver... Seguidamente Jesús le impuso las manos sobre los ojos por segunda vez y el hombre empezó a ver mejor: recobró la vista, y vio claramente todos los objetos...

Marcos insiste, evidentemente, sobre esta curación en dos tiempos, que se va haciendo progresivamente, a través de este detalle histórico ve la lentitud del caminar hacia la fe plena: hoy también avanzamos muy lentamente por ese camino... y nos quedamos medio ciegos por mucho tiempo.

¡Abre nuestros ojos, Señor! Para dejarnos conducir por Ti, para que sepamos reconocer la dignidad de cada ser humano y no les veamos como simples árboles que caminan.

¡Quedaos con Dios!

 


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